Llevo varios días sin
escribir porque estoy pasando una temporada en casa de mi madre que vive en el
campo.
A parte el hecho de que
siempre quiere guisar ella, de que no se espera a que haga las fotos antes,
durante y después del plato, la ADSL que tenemos aquí es Keniata y, al ver que
tardaba un montón en publicar, he estado columpiándome en el blog.
Esta mañana he visto unas
estúpidas peras y unas insípidas ciruelas, dos frutas que detesto, pero hay que
aprovecharlas.
Para una tarta
desordenada son frutas demasiado aguosas, por lo tanto haré frutas hervidas,
sin añadir azúcar que eso engorda.
Pongo la fruta en una olla
con medio vaso de agua y la dejo hervir a fuego suave durante una horita
removiendo de vez en cuando para que no se pegue, hasta que esté
tierna.
Una vez cocida, si veo
que queda demasiado aguosa, le subo el fuego y, siempre removiendo, dejo que se
espese un poco.
Ya está.
Espero que se enfríe y
la pruebo.
Sigue sin gustarme y
seguramente no me la comeré, pero para desatascar las tuberías humanas, va de
maravilla y a lo mejor se la comerán mis padres.