El Domingo llamó mi
hermana, la del alemán, y se auto-invitaron a cenar. No problema. Lo único es que
se había acabado el pan. Nos lo comimos todo al mediodía con el "condiglione" que hizo mi hermano.
Festivo por la tarde, en
medio del campo, lejos de las grandes ciudades, la única solución era hacerlo.
Y así fue. Mi madre y yo nos dispusimos a confeccionar un delicioso pan casero.
Con 250 gr de harina, 12
gr de levadura fresca, 145 de agua, una pizca de sal, 25 gr de mantequilla y
dos horas y media de tiempo aproximadamente teníamos suficiente.
Mezclamos la harina con
la mantequilla blanda, dos pellizcos de sal y la levadura disuelta en el agua
templada. Estuvimos amasando durante unos 10/15 minutos, hasta que la masa se
volvió lisa y homogénea.
La pusimos a levar
tapada una hora y
media.
En el papel de horno
encima de la bandeja, estiramos la masa le hicimos unos cortes transversales,
la pincelamos con aceite para que no se pegara y la tapamos con film
transparente dejándola levar una hora.
Una vez doblado su
tamaño, la introducimos al horno a 200° entre 15/30 minutos. El tiempo lo he puesto por aproximación,
porque normalmente cuando lo vemos doradito por encima, abrimos el horno y le
damos unos golpecitos al pan para comprobar que esté crujiente.
Salió del horno justo para cenar. Estaba tan crujiente por
fuera y tan tierno por dentro que nos lo comimos todo antes de que se acabara
de enfriar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario