Esta mañana puse en el
horno los croissants para mis padres y… se me olvidaron.
Serán los nervios de la
inminente vuelta a Barcelona. Lo del campo es muy bonito pero cansa.
He tenido que volver a
hacerlos y la diferencia es evidente.
Bueno con tanta gente
que hay en casa de mi madre seguro que a alguien le gustan tostaditos. Pues ahí
están, más negros que la boca del lobo.
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