Esta mañana, encima de la mesa del
comedor, el cesto lleno de manzanas, producción propia, me llamó la atención. Verdes, brillantes y todas iguales.
Mi madre, al levantarse me ha comunicado que hoy vienen a comer unos
cuantos, en total seremos ocho. Como está muy constipada no tiene ganas
de hacer nada, razón por la cual me he puesto al frente de los fogones.
He abierto la nevera y
he encontrado dos pechugas de pollo al horno y una patata hervida de ayer. Se me encendió la bombilla. Decidido. Haré una
ensaladilla de pollo.
Necesitaré las pechugas
de pollo, la patata, dos manzanas, ensalada, diez o doce nueces, mostaza,
aceite, limón, vinagre, sal, pimienta, curry y, como he visto un bol con
mayonesa, también lo utilizaré.
Corto las manzanas
poniéndolas enseguida en remojo en el zumo de limón para que no se oxiden al
contacto con el aire y no se pongan marrones.
Las escurro y las pongo
en un bol. Le añado el pollo sin piel cortado a cuadraditos, las nueces
desmenuzadas y la patata cortada a dados. Lo salpimiento.
He tenido que
replantearme la salsa. Muy sencillo: medio vaso de aceite, una cuchara de vinagre,
dos de mostaza, una cucharadita de café de curry, sal, pimienta y a remover.
Ha emulsionado, por lo
visto he acertado con la cantidad de los ingredientes, o a lo mejor ha sido la
mano de la cocinera, ejem, ejem.
Le podía haber puesto un poco de perejil picado por encima, pero va a ser que no, no soy el Arguiñano.
A ver qué dicen.
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