Ya llegó el 2014. Espero
que sea un año estupendo para todos.
Para mí empieza, como
siempre, en la cocina. Para llorar de alegría, de cansancio o de pena.
Vienen a comer mi hijo y
mi primo, y como ayer por la noche me sobró un buen bol de caldo, voy a hacer
una sopa de cebolla. De paso, aunque tenga los ojos hinchados de tanto llorar por
tener que estar otra vez cocinando, les diré que es por culpa de las cebollas… ¿o
de la resaca?
En una olla grande y
baja, derrito la mantequilla, el aceite y el azúcar y sofrío a fuego bastante
lento la cebolla, cortada muy fina, durante unos 15/20 minutos, removiendo constantemente hasta
que quede ligeramente dorada.
Añado el caldo poco a
poco revolviendo. Lo llevo a ebullición, lo tapo y lo dejo cocer durante una
hora a fuego lento hasta que se reduzca.
Apago y añado el coñac y
la mostaza, remuevo, arreglo de sal y pimienta y lo reservo.
Enciendo el horno y
tuesto las rebanadas de pan. Las unto por un solo lado de mantequilla y las
pongo en cada uno de los cuencos soperos resistentes al calor.
Espolvoreo el gruyere rallado por encima y los
introduzco a gratinar en el horno hasta que el queso se dore y burbujee.
Ya está lista, en su tazón con leones en vez de asas. Me los vendieron especialmene para la sopa de cebolla.
¡Mucho ojo al comerlo!
Quema que es un
contento.
Envío mi primer beso del
2014 a todos mis internetbloguenses.
1 comentario:
¡Como me abrasaría la lengua ahora!
Que rico debe estar.
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