Ayer por la noche a la
hora de cenar abrí la nevera para hacerme un steak tartar con una preciosa
carne picada super limpia que había comprado por la mañana.
El problema era que no
sabía con qué la podía acompañar.
Me acordé que a la carne
cruda le quedan estupendamente las patatas fritas, pero las quería diferentes.
Escurridas, al plato y un poco de sal gorda por encima.
Quedaron estupendas,
tiernas por dentro y crujientes por fuera.
Con el suave aroma del romero que le daba un aire campestre.
Toda una cena en buena compañía.
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