Poca cosa hay. Veo dos
zanahorias, un par de puñados de judías y un puerro.
¡Qué tristeza! Pues lo
voy a enriquecer y voy a hacer un pastel de verduras o, mejor dicho, de restos
de cajón.
Necesitaré también tres
huevos, nata, mantequilla, pan rallado y hierbas. A última hora he tenido que
añadir unas hojas de esa masa que compré, ya veréis porqué.
Con un pelín de mantequilla he pochado las judías verdes con unas hojas de albahaca. He hecho lo mismo con las
zanahorias pero con romero. Al puerro le he añadido una cebolla y le
dado un toque con una hoja de laurel.
He cogido tres boles y
en cada uno he puesto un huevo y la tercera parte de la nata.
En un bol añado las judías, mezclo y lo vierto en el molde.
He visto que hay poca verdura y sobra salsa.
Para que no se mezclen los sabores he recuperado unos
trozos de aquella masa milhojas que compré por equivocación y la he puesto encima como separación.
Ahora le toca al puerro
con cebolla, lo mezclo, lo pongo y lo vuelvo a separar con milhojas.
Es el turno de las
zanahorias. Lo mismo, la nata con el huevo y las zanahorias, pero al final le espolvoreo pan rallado y le coloco unos
trocitos de mantequilla.
Lo he introducido en el
horno a 180°
pero cuando llevaba 20 minutos he comprobado que se estaba quemando por encima
pero no había cuajado por abajo, ya lo decía yo: “Demasiado líquido y poca
verdura”.
Entonces he bajado la
temperatura a 150 y lo he dejado 20 minutos más.
Volcado en la fuente está pálido, es lo que tienen los moldes de silicona.
Le he dado la vuelta pero le faltan las rayas.
Cortado está monísimo.
Superbueno.
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