Cuando vino mi primo de
Hungría me trajo un “pongo”. Un pongo es uno de esos regalos o recuerdos que te
dan y que no sabes donde poner.
Ya sabéis como expliqué
en el Bobo Blog que en casa tengo una pongo-estantería llena de souvenirs y
regalos impensables.
La bolsita, con
cucharita decorada, de auténtica páprika de Budapest que me trajo mi primo como
recuerdo, va a servir para hacer un fantástico Gulasch húngaro.
Como ingredientes
necesitaré carne de ternera, cebolla, pimiento rojo, tomates de colgar, páprika
dulce, pimentón picante, vino tinto, aceite, sal pimienta, agua y un cacito de gelatina de caldo de
carne.
Los he deshuesado, guardando los huesos para un caldo,
y los he troceado en cuadraditos de aproximadamente tres centímetros.
He enharinado la carne y la he frito en una sartén honda antiadherente con un poco de aceite, a
fuego alegre para sellarla. La quito y la reservo.
En el mismo aceite he
trasparentado media cebolla, le he echado un chorrito de vino. Cuando ha
evaporado le he añadido los tomates y el agua.
Remuevo y le añado el cacito de caldo, medio
pimiento rojo cortado a cuadraditos y la carne reservada con su jugo.
Le añado tres cucharitas
de café de páprika y, como no tenía pimentón picante, le he puesto tres
guindillas que luego quitaré.
Ya lo he llevado a la
mesa y, aunque la carne estaba super tierna y jugosa, me he puesto las botas
untando el pan en la salsa.
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