Ayer vino a comer una
amiga y, como había decidido hacer un fricandó para el blog, le tocó comérselo.
No tenía ni idea si le
gustaba o no, pero eso es lo que hay.
Necesito filetes bien
tiernos de ternera, limpios de los rebordes de nervio y grasa y con formas
redondeadas.
He comprado tajo redondo de ternera. Digamos que 400 gramos para dos
personas está bien.
También necesitaré una bolsita de moixarnons secos, un tomate de colgar, media cebolla, harina, vino tinto, laurel sal y pimienta.
En la misma sartén, con el aceite de freír
la carne sofrío la cebolla hasta que esté cocida; añado un tomate rallado y echo
un poco de vino.
Lo dejo unos minutos, lo pongo en un bol y
lo trituro.
Lo vuelvo a poner en la cazuela y le añado una cucharadita de harina
y más agua. Lo llevo a ebullición y añado la carne.
Bajo el fuego e incorporo
las setas y cubro con más agua.
Le pongo sal y pimienta
y lo dejo cocer tapado otros 45/60 minutos moviéndolo de vez en cuando para que
no se pegue.
Cuando llegó mi amiga nos
pusimos a charlar.
Me olvidé del
fricandó. Corriendo le apagué el fuego. Pero, ay de mí, se había pegado un poco en
el centro. Sin rascar la parte
pegada de la sartén, saqué los trozos de carne de los lados y le puse por
encima la salsa que no se había pegado. Lo probé. Un
pelín fuerte de gusto (¿salado?).
Ya se sabe, en la cocina
no hay que distraerse.
Mi amiga, que es extremadamente
educada, ha dicho que estaba un poco más sabroso de como suelo
guisar, pero buenísimo.
¿Entre cotilleo y cotilleo, le habré echado sal dos veces?
Vamos, que nos pasaremos
la noche bebiendo agua.
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