Esta noche vienen a
cenar mi hijo y su mujer porque me van a volver a “prestar” los gatos un mes o
dos.
He comprado unas
cebollitas pequeñas y he decidido hacerlas en agridulce para acompañar unas
hamburguesas.
Bien, bien, no estoy
segura si lloro por la cebolla o porque me han enchufado los gatos.
Son muy fáciles de hacer
aunque tardan un poco y te hacen llorar, las cebollas, no los gatos.
Necesitaré las cebollitas,
aceite, mantequilla, azúcar, vinagre, laurel, vino blanco, sal y pimienta.
Llorando, pelo y lavo las
cebollas y, en una sartén antiadherente con una hoja de laurel, las sofrío con
aceite y mantequilla.
Cuando están un poco
doradas les añado una cucharada de azúcar y dos de vinagre. Las remuevo y añado
medio vaso de vino blanco. Las voy girando y dejando cocer a fuego lento
tapadas.
Si veo que se van quedando sin salsa, les añado un poco de agua.
Las voy tocando para ver
si ya están todas tiernas. Estas han tardado bastante, aproximadamente una hora
o más porque eran un poco grandes.
Están de muerte, ha valido la pena llorar.
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