¡Vaya dilema! Ni Hamlet lo podría solucionar. Se me acaba de encender una bombilla. ¡Ya está! Las haré a la “Parmigiana”.
A ver si tengo de todo.
Berenjenas si, por supuesto. Cebollas, ajos y tomates, también. De queso Parmigiano hay un buen trozo. Veo un sobre con una mozzarella. Hojas de albahaca siempre tengo aunque sean congeladas. Y si no tuviese aceite, sal y pimienta, me tendría que dedicar a buscar gamusinos en vez de cocinar.
Corto a rodajas de las berenjenas, las hago a la
plancha y las reservo. También se pueden freír, pero así es más ligero.
Pico la cebolla y la pongo a sofreír en una sartén con el diente de ajo entero y un poco de aceite.
Agrego el tomate triturado y lo dejo cocer y
espesar media horita. Lo apago y cuando está más frío le añado unas hojas de
albahaca picada y le quito el ajo.
Ahora, en una fuente para horno aceitada, pongo un poco de salsa, una
capa de berenjenas, una capa de salsa de tomate, una espolvoreada de Parmigiano
rallado y una loncha de mozzarella.
Así sucesivamente las capas que desees hasta acabar,
pero la última sin mozzarella, solo tomate y parmigiano.
No me han salido más que dos capas, pero claro con esas mini-berenjenas no podía esperar mucho.
Al horno bien caliente y cuando está doradito por encima…a la mesa.
Mucho ojo al comerlas, tardan un montón en enfriarse. Pero huelen tan bien que nunca espero y siempre me quemo.
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