He
hervido las hojas verdes por eso de la salud, la dieta, el colesterol y todo lo
que nos cuentan, y me sobran los palos, o sea los tallos blancos.
Los
lavo y les quito las hebras más duras mientras los corto a trocitos.
Les hago un
cortecito por detrás, los doblo y estiro, así las hebras quedan colgando y las puedo sacar fácilmente.
Los
rehogo en una sartén antiadherente con bastante mantequilla ya que es uno de los ingredientes base de la salsa.
En
un vaso mezclo una yema de huevo y el jugo de medio limón pequeño.
Cuando
los tallos blancos están tiernos apago el fuego, espero a que no estén muy
calientes y echo la mezcla de huevo y limón revolviendo para que se espese con
el calor pero no cueza.
Me
parece que le he echado la mezcla demasiado pronto. Todavía estaban muy
calientes y parece que ha quedado como un poco atortillada. Pues nada, siempre
con el gas apagado, cojo otra yema, la rompo con el tenedor, se la echo y
remuevo. Los tapo y los dejo reposar un minutito.
Ahora
sí que han quedado perfectos.
Esta
es la versión rápida de la salsa holandesa y supongo que si hago un pescado,
también le quedará estupendamente.
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