sábado, 19 de julio de 2014

ME HE ESCAPADO


Esta mañana he madrugado, no tanto como el otro día porque por lo visto Tuli tenía ganas de dormir, pero cuando estaba lista me he dado cuenta que eran solamente las siete y media.
¿Qué voy a hacer hasta que se levanten mis padres?
Aburrirme. Pues no. Me niego rotundamente.
Me voy a pasar el día a Barcelona.
Se me ha ocurrido llamar a mi hijo pequeño, el mayor estaba de viaje, para preguntarle si quería comer conmigo.
¡Vaya estupidez!
Me ha dicho que sí. Pero que no quería ir al restaurante, ya que tenía el mono de uno de mis risottos.
Pues he tenido que abrir la cocina y abastecerla, no había de nada.

He comprado unos espárragos verdes, un trozo de Parmigiano, una cebolla y una pastilla de mantequilla. Sal, arroz tipo Carnaroli, vino blanco y cacitos de caldo todavía tenía.

 











Primero lavo y corto a rodajitas los espárragos desechando la parte dura y troceo media cebolla. 

Pongo dos cacitos de caldo de pollo en un litro de agua a calentar.

 
En una cacerola baja con mantequilla rehogo la cebolla y los espárragos unos diez minutos a fuego lento para que no se queme. 

Le añado el arroz y le doy unas vueltas hasta que quede translúcido. 
Ahora le toca al vino, un buen chorro.

Dejo que se evapore y empiezo a añadirle el caldo. 

Añadiendo y removiendo, espero a que termine el tiempo de cocción.

Lo apago, le añado un trozo de mantequilla, un buen puñado de queso rallado y remuevo.




Él tiene listo su deseado risotto, y yo, triste de mí, ya tengo la cocina hecha unos zorros.

¡Vaya ideas de bombero que tengo a veces!

Bueno, ya está todo recogido y me voy “pal pueblo”.

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