sábado, 7 de diciembre de 2013

YA NO ES UN PONGO


Cuando vino mi primo de Hungría me trajo un “pongo”. Un pongo es uno de esos regalos o recuerdos que te dan y que no sabes donde poner.
Ya sabéis como expliqué en el Bobo Blog que en casa tengo una pongo-estantería llena de souvenirs y regalos impensables.

Pues bien hoy he convertido un pongo del estante en ingrediente culinario. 

La bolsita, con cucharita decorada, de auténtica páprika de Budapest que me trajo mi primo como recuerdo, va a servir para hacer un fantástico Gulasch húngaro.

Como ingredientes necesitaré carne de ternera, cebolla, pimiento rojo, tomates de colgar, páprika dulce, pimentón picante, vino tinto, aceite, sal pimienta, agua y un cacito de gelatina de caldo de carne.









Como carne he comprado ossobucos porque son muy melosos.

Los he deshuesado, guardando los huesos para un caldo, y los he troceado en cuadraditos de aproximadamente tres centímetros.

He enharinado la carne y la he frito en una sartén honda antiadherente con un poco de aceite, a fuego alegre para sellarla. La quito y la reservo.

En el mismo aceite he trasparentado media cebolla, le he echado un chorrito de vino. Cuando ha evaporado le he añadido los tomates y el agua.

Remuevo y le añado el cacito de caldo, medio pimiento rojo cortado a cuadraditos y la carne reservada con su jugo.
Le añado tres cucharitas de café de páprika y, como no tenía pimentón picante, le he puesto tres guindillas que luego quitaré.


Lo dejo cocer tapado a fuego muy lento durante un par de horas y lo pongo en una fuente honda para que no se enfríe.


Ya lo he llevado a la mesa y, aunque la carne estaba super tierna y jugosa, me he puesto las botas untando el pan en la salsa.

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