Tenía ganas de verde y he hecho una crema de espinacas.
Necesité, un manojo de
espinacas frescas, un tomate de colgar, una ramita de apio, una zanahoria,
media cebolla, aceite, sal y pimienta. Normalmente le pongo un trozo de
calabaza par darle un toque más suave, pero como no tenía la substituí por un
puñado de ensalada Trocadero, esa que parece una rosa y que antes la llamaban
francesa.
En una olla con tres cucharadas de aceite pocho la cebolla. Luego añado el resto de verduras, el apio, el tomate, la zanahoria y las espinacas, reservando la ensalada para el final. Lo cubro de agua y lo llevo a ebullición. Lo tapo y lo dejo hervir una media hora. Añado un puñado de ensalada y lo dejo cocer un cuarto de hora más.
En el túrmix lo trituro a
velocidad máxima añadiendo poco a poco un chorro de aceite para que coja un
aspecto aterciopelado.
Y ahora viene lo bueno.
Como había leído en
Internet una receta de chips de espinacas, me pareció divertida y decidí
copiarla.
Según explican, solo
necesito espinacas, sal, pimienta y papel de horno.
Tenía que: elegir las
hojas pequeñas y bonitas, lavarlas y quitarles el tallo; secarlas muy bien para
que quedaran crujientes; disponerlas bien separadas sobre el papel en la
bandeja del horno; ponerles sal al gusto y un poco de pimienta en polvo;
introducirlas en el horno a 170°
de 8 a 12 minutos según horno.
Al final tienen que
quedar crujientes como chips y finas como hojas de papel. Hice varias tandas y dejé que se enfriaran.
Las puse de pie en mi
plato para hacerles la foto y comerlas con la crema.
Puaaaj, puaaaj… ¡Vaya
porquería! Amargas a más no poder. Malísimas.
Menos mal que la crema, “sola”, estaba deliciosa.
Menos mal que la crema, “sola”, estaba deliciosa.
O sea, otra receta de
Internet para tirar al container.
Me reafirmo en lo dicho
anteriormente: las recetas de internet son un timo.
Menos las mías, claro.
Jejeje.
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