lunes, 22 de julio de 2013

TEMBLOROSO SEGUNDO


Sigue haciendo calor, y en la cocina más aún. En vista de que el hijo que más viene a comer se ha ido de vacaciones, me voy a preparar algo fresquito y que me dure unos días para no tener que guisar tanto.

Tengo un resto de pollo rustido que compré ayer y lo voy a utilizar para ponerlo en gelatina, o sea un segundo plato tembloroso.

Entre la nevera y la despensa, hay de todo: pollo, gelatina, Marsala seco (se puede usar también Oporto seco), soja, vinagre, laurel, pepinillos encurtidos, sal y pimienta.

En un cazo pongo medio litro de agua con la hoja de laurel, dos cucharadas de soja, dos de vinagre, una de vino, unos granos de pimienta y la sal.

Lo dejo cocer un poco mientras pongo la gelatina en remojo en agua fría, siguiendo las instrucciones del fabricante.




Le añado la gelatina escurrida, remuevo y lo pruebo. Le falta un poco de sal, soja y vinagre porque, al ponerle la gelatina se ha quedado más soso.

Cuando está a mi gusto lo cuelo y dejo una capa de un dedo en el fondo de un recipiente.
Para ir más rápida lo he puesto en el congelador a endurecer. Entre tanto le quito la piel al pollo, descarto los trozos más secos y lo corto a trozos.
Cuando la gelatina está suficientemente dura coloco los trozos de pollo y los pepinillos, también le he puesto dos cebollitas que he encontrado en el tarro.
Lo cubro todo con el resto de gelatina y lo pongo en la nevera para la noche.


Mi madre lo hace más bonito y con más gracia. 
Corta los pepinillos en rodajas y los coloca haciendo dibujos, el pollo lo corta a tiritas.
Incluso, en otro recipiente, guarda una capa de gelatina que luego corta a cuadraditos y la pone por encima como decoración.

Pero como es solo para mi, voy por la vía rápida.
Esta noche lo he sacado para cenar, y me lo he comido casi todo delante de la tele.
Es que así, fresquito, entra que da gusto.

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