Lo primero que hay que
saber hacer es hervir la pasta correctamente. La pasta, si no es para horno o
para timbales (receta que explicaré más adelante), tiene que hervirse y
servirse al momento. Si luego sobra, siempre se puede calentar, pero es mucho
más buena recién hecha.
Aunque la regla de las
proporciones es que para 100gr de pasta hacen falta 1 litro de agua y 7gr de
sal, tengo tanta práctica que lo a pongo ojo.
La voy revolviendo de
vez en cuando para que no se pegue ni entre sí ni al fondo de la olla. Acabado el
tiempo de cocción se escurre en el colador teniendo el detalle de ponerlo enseguida
encima de la olla vacía, y reservar el agua que queda en ella.
¿Por qué?
Pues porque si la pasta
mezclada con la salsa, queda un poco seca, se le añade un poco del agua
caliente que ha sobrado para que quede cremosa. Esto es muy importante sobre
todo con las salsas que llevan queso y porque el agua sobrante de hervir la
pasta no cambia el sabor de las salsas.
Una vez escurrida, se pone
en una fuente, mejor honda para que no pierda el calor, se le añade un poquito
de aceite crudo, se remueve y luego se le añade la salsa. Se vuelve a mezclar y
se sirve, mejor en platos hondos, seguirá caliente.. Para que tengáis el resultado perfecto siempre es mejor que los
comensales estén ya sentados en la mesa. Así comerán la pasta caliente y en su
punto.
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