1 - SI NO ENSUCIAS, NO
LIMPIAS

Cada vez que rebozaba
algo se llenaba el mármol, la encimera y el suelo de pan rallado.
Harta de patinar sobre
el pan rallado y blanquearme los zapatos de harina, empecé a rebozar y
enharinar en una bandeja bien grande o en una fuente.
¡Funciona! Ya no barro ni
desempolvo, un esfuerzo menos.
De pequeña, en casa
éramos muchos. Cinco hermanos, mi primo, la abuela, la tía, mis padres y los
invitados que, día sí, día también, no paraban de aparecer a la hora de comer.
Mi madre siempre me llevaba
de compras con ella y, claro, la cesta de la compra era monumental.
Me sigue gustando
comprar a lo grande, ver el frutero lleno, abrir la nevera y encontrar montañas
de verduras frescas para elegir el menú del día. Pero ahora en casa no somos
muchos y encima a veces ni vienen, y tanta comida no dura.
Las fresas y la verdura
fresca en general, aunque la ponga en el cajón específico, se pone mala
enseguida, pero he encontrado una
solución para que dure unos días más.
Los fresones, los guardo
en un Tupper a capas con papel de cocina entremedio, y las verduras frescas las
pongo en una bolsa, sin cerrar del todo, también con papel de cocina. Aguantan
más porque les absorbe la humedad sobrante.
Si he de decir la
verdad, lo guardo casi todo en la nevera, patatas, cebollas, especias, incluso
la harina y el pan rallado.
Es mi super-armario.
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