sábado, 4 de mayo de 2013

¡CUATE, AQUÍ HAY TOMATE!


Ya se sabe, en invierno los tomates no son buenos. Son ácidos y tienen la piel muy dura, no saben absolutamente a nada y a veces hasta son harinosos.

Pues mi madre ya ha encontrado la solución.

He de confesar que vive en el campo y por lo tanto tiene la ventaja de tener huerto propio.

Pero eso no quita el problema de los tomates invernales ya que en esa época no hay, a menos claro que no vengan de otros países, y como los recogen verdes y los hacen madurar en cámaras, son casi incomestibles.

Como decía, mi madre lo ha solucionado. En verano recoge todos los tomates maduros que puede (se pueden comprar), los corta a trocitos, los pone en bolsas y los congela.

Suele utilizar los llamados corazón de buey, que tienen mucha pulpa y piel muy fina, y los de pera. Los primeros son un poco caros, pero los otros tienen un precio bastante asequible.







¿Quieres hacer una salsa de tomate en pleno invierno y no quieres que tenga ese sabor diferente que tienen los de lata? Pues sacas una bolsa y o la echas en el guiso, o la descongelas bajo el agua caliente del grifo, o calentándola en una olla y ya tienes tomate dulce natural listo para cocinar.

¿Que te da el antojo de tomar gazpacho el mes de diciembre? Coges una bolsa del congelador, la dejas descongelar en la nevera y la utilizas, cuando esté descongelada, con el resto de verduras.

¿A qué es una buena solución?

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